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lunes, 6 de noviembre de 2017

Safa Ensamble Percusiones estrena Drummings, “difícil de tocar y de escuchar”


*Estreno especial para el Festival Cultural Sinaloa 2017, en el TPV
“Solo les pedimos que se relajen y se dejen llevar por los sonidos” – dijo el percusionista Diego Rojas, antes de iniciar el concierto de Safa Ensamble de Percusiones en el Teatro Pablo de Villavicencio-. “Drumming no es una composición fácil de tocar ni de escuchar”.
Y en efecto, la pieza para percusiones del norteamericano Steve Reich, que tiene como base un patrón rítmico que se repite a lo largo de 75 minutos, tanto en los cuatro pares de bongós como en las tres marimbas y las voces de una mezzosoprano y una soprano; luego en los glockenspiels (una especie de xilófono de metal) y una flauta píccolo, mantuvo en vilo pero inquieto al público asistente.
La obra, compuesta en 1971 tras una estadía del autor en África, se presentó dentro del Festival Cultural Sinaloa 2017, que organiza el Gobierno de Sinaloa a través del Instituto Sinaloense de Cultura, y ha tenido funciones en Los Mochis, este sábado en Culiacán y el domingo en Mazatlán.
La dirección estuvo a cargo del músico veracruzano Pepe García, actual miembro del New European Ensemble y del grupo de percusión de La Haya Slagwerk Den Haag, de liderazgo internacional y profesor de percusiones en el Real Conservatorio de La Haya, Holanda, quien estuvo ausente de las funciones de estreno en Culiacán por cuestiones de agenda, pero que en agosto pasado dirigió al grupo de nueve percusionistas, dos voces y una flautista.
Participaron en la parte medular los cuatro miembros de Safa: Diego Rojas (director general), Alejandro Inda, Max Carreón y Eduardo Langner; como músicos invitados, los percusionistas Juan Martínez, Abril Bojórquez, Roberto Zerquera, Indira Yajaira Amaya y Jesús Alberto Lara, de Sinaloa; en las voces, la soprano Carolina Wong y la mezzosoprano Oralia Castro, y en el píccolo, la joven Itzairis López Inda, también de Sinaloa.
La pieza, como dijo Diego Rojas, no fue fácil ni para los intérpretes ni para el público. Es un solo patrón rítmico, repetitivo, primero con bongós, luego con marimbas y voces, luego con glockenspiels y píccolo y al final todos, los doce participantes y todos los instrumentos. Para romper la monotonía, el patrón rítmico se desfasa, variando la intensidad del volumen o en el timbre.


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