EDITORIAL
Demos un breve paseo por la metafísica del proceso
electoral. Vivimos momentos electorales inéditos en el país. La campaña de
miedo que el ahora conocido publicista español
Antonio José Solá creó con su frase “López Obrador es un peligro para
México” tuvo en su momento el efecto buscado entre la población votante. Hoy no
les han funcionado ni esa frase que pretendieron revivir, ni otros intentos de
denostación a los asesores publicitarios, dirigentes y portavoces de los
partidos contrarios al de Andrés Manuel López Obrador; la oportunidad que
ofrecen las plataformas de internet son hoy en día una real alternativa de
expresión para los que no tenían voz.
La fuerza de las palabras crea, el verbo crea, sin embargo,
estos también destruyen.
Obrador ha sido arropado de tal manera por sus millones de
seguidores que todo intento de atacarlo es prácticamente subyugado por sus
simpatizantes en las redes sociales. Aquí la fuerza de la palabra, de miles, de
millones de palabras y millones de simpatizantes ofrece una resistencia tal que se impone
naturalmente sobre las otras; sin ningún afán de infamar, una reciente
investigación de Reforma señala que 43 por ciento de los simpatizantes de
Andrés Manuel y Morena tiene un nivel educativo universitario o mayor, mientras
los seguidores del PAN y del PRI alcanzan esos niveles solamente con un 17 y 10
por ciento respectivamente. Es decir personas entre la población con un nivel
educativo bajo siguen al PRI, y en segundo lugar está el PAN.
No obstante los seguidores de Amlo y Morena son señalados
como los más intolerantes y los más groseros y procaces en su vocabulario pero
igual, hemos visto infinidad de internautas simpatizantes del partido marrón
recatados en sus comentarios, es decir, tienen cubiertos los extremos y el centro.
Sin embargo hay, quienes preocupados y conociendo dicen, de
lo que pueden ser capaces los beneficiarios del régimen de corrupción que
impera en el país, piensan que el
precandidato a la presidencia de la república por Morena debiera ser protegido
con un especializado cuerpo de vigilantes por lo que representa para millones
de mexicanos hartos de la enorme impunidad, actos de latrocinio, rapiña, fraude
y despojo de las riquezas nacionales, y por conciencia de la necesidad urgente
de un cambio verdadero en el país.
Y son muchas y cada vez más las personas que manifiestan su
preocupación sobre todo en las redes sociales, por lo que pueda pasarle a López
Obrador, pues ven en el tabasqueño la última esperanza de que las cosas se
empiecen a recomponer en México.
Abrir puertas o canales al pensamiento de tragedia en el
imaginario colectivo es inevitable por las condiciones actuales de violencia. Desestimar los riesgos de un atentado criminal es una irresponsabilidad de
parte del equipo de López Obrador. Para nadie es un secreto que de llegar a la
presidencia tendrá que afectar intereses nacionales e internacionales de grupos
de poder económico que no ven en su investidura, llegado al poder, un aliado
“porque habrá nuevas reglas” como él mismo lo ha señalado, sino todo lo
contrario.
Así, la fuerza de esta preocupación crece conforme avanzan
los días y no se vería mal que el equipo de asesores de Amlo considerara
integrar un grupo humano de seguridad discreto, si no pretenden las
demostraciones de otros importantes políticos; al menos eso debieran
contemplar, pues no es sólo López Obrador quien está en riesgo, también los
anhelos y esperanza de millones de mexicanos que están con él directa o
indirectamente, pensemos en los jóvenes que aún no tienen edad de votar, en los
niños, en los mexicanos que vienen; así las cosas, la esperanza de varias
generaciones de un México mejor está en peligro.
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