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martes, 13 de febrero de 2018

Sufragio efectivo, no corrupción!

Releyendo "La Sucesión Presidencial", de Madero, por Ricardo Echávarri

En una ciudad algodonera de Coahuila -San Pedro de las Colonias-, Francisco I Madero escribió un libro que entonces, en plena época de Paz Porfirista, tituló La sucesión presidencial. 

Porfirio Dïaz se aprestaba a reelegirse por novena vez y cumplía más de 30 años en el poder. En una célebre entrevista, con el periodista James Creelman, declaró que “México estaba maduro para la democracia”. Claro, siempre y cuando él fuese releecto para otro periodo presidencial más. / Francisco I Madero, un próspero agricultor del norte del país, abandonó sus lecturas gnósticas y sus sesiones de escritura automática en su Club Espiritista local y le tomó la palabra al viejo dictador, y escribió uno de los alegatos más brillantes sobre la necesidad de que México transitara, casi por primera vez en la historia de su vida política, a la Democracia, que él resumió en dos puntos: “Sufragio efectivo, no reelección”. / La “No reelección” era una clara alusión a las sucesivas elecciones de don Porfirio, a su desmedida ambición de poder, y quizás, a su pasado, cuando en su célebre proclama de La Noria, con ese mismo lema, se había alzado contra su antiguo aliado y jefe liberal, Benito Juárez. / Lo de “Sufragio Efectivo”, porque las elecciones en tiempos de Don Porfirio estaban cortadas a medida de ese régimen autoritario: no votaban las mujeres, no votaban los pobres, casi siempre el único candidato era el propio Porfirio Díaz, la oposición era arrinconada, si acaso ganaba la oposición (como cuando José Ferrel le ganó a Diego Redo en Sinaloa) se recurría al descarado fraude electoral. Ni se diga los órganos electorales, encargados de contar los votos, eran todos, sin excepción, controlados por partidarios del porfirismo.
(NOTA: cualquier parecido con las elecciones actuales, en el EdoMex y Coahuila, no es coincidencia; como dijo el maestro Rius, quien apenas se fue a ver el circo de la política mexicana desde el Cielo: el Porfirismo está vivito y coleando). 
Madero, hombre de campo, pero educado en Europa, conocía países donde imperaba la Democracia, y eso le permitió contrastar lo que veía en lugares prósperos, modernos y más igualitarios, con lo que acontecía en México. Lo hizo sin el dramatismo de un John K. Turner quien, en su México Bárbaro, pintó las puras barbaridades del Porfirismo: la esclavitud aún viva y sufrida por los peones de Yucatán, la guerra de exterminio (genocidio puro) a los Yaquis en Sonora y a los Apaches en Chihuahua, la represión a los obreros en Cananea y Río Blanco, la “justicia” extrajudicial basada en la “Ley Fuga”, etc.- pero sí con la contundencia de quien veía que el “progreso y orden”, que tanto presumía don Porfirio, se basaba en una corrupción de las instituciones que, en el fondo, sólo servían a los designios de un solo hombre y su círculo de “Científicos”. / La pirámide del México autoritario estaba ya edificada desde el siglo porfirista: gobernadores o delegados políticos, presidentes municipales, jueces y jefes de segundo o tercer rango se palomeaban en la mesa del jefe máximo. / La consecuencia de ese cuadro del siglo XX todo mundo lo sabe: una profunda desigualdad social que terminó por hacer estallar una Revolución, que barrió con esa autocracia que se olvidó de gobernar para todos, en beneficio de una nación que, por su entramado multicultural, necesita equilibrios políticos y económicos. / Estos días releí "La Sucesión Presidencial", que Francisco I Madero escribió en esa ciudad provinciana y norteña de Coahuila, y me sorprendió la tremenda actualidad que tienen sus páginas. Si alguna lección queremos recibir del “Mártir de la democracia”, es ese México que él perfilaba basado en instituciones democráticas, en la separación de poderes y, sobre todo, en el “voto libre”, es decir, contado con legitimidad. / Se habla mucho de democracia en nuestros días. Se buscan modelos o anti-modelos externos, pero poco se alude a nuestro propio camino y nuestra propia historia. Se olvida el grandísimo legado de quien hizo de la democracia su bandera. Sería muy bueno repasar la lección viva que representa el alegato maderista: para ser libres, en un sentido ciudadano, debemos comenzar por respetar el voto. / Creo que si Madero viviera ahora, su lema sería: “Sufragio efectivo, no corrupción”. / En el 2018 los mexicanos sabremos si seguimos en el neo-porfiriato (casi 90 años reeligiéndose el mismo gobernante, ahora no en figura de un solo hombre, pero sí de un mismo partido), o estamos maduros para la democracia, que no es otra cosa que abandonar nuestro república a medias y comenzar a edificar un México moderno, con democracia, fruto maduro de las sociedades libres.

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