La Sensación que despertó a un indio su primer contacto con el hielo
Parece un chiste sacado de la mente de un humorista, pero no es así. No es broma. Esto sucedió y fue publicado en un periódico de Estados Unidos.
En junio de 1861 llegó a Mazatlán el primer cargamento de hielo; sí de agua sólida fabricada mediante métodos artificiales. Esto constituyó un nuevo lujo que los mazatlecos disfrutaron de inmediato: ya podían disfrutar de limonadas y naranjadas con hielo, no se diga las bebidas alcohólicas; además de inmediato alguien comenzó a vender nieve de sabor por las calles. El dueño de la “agua dura”, como dieron en llamarle algunos locales, la dejó almacenada en un vagón techado.
Pero quien había importado el hielo no contaba con que este nuevo artículo atraería la atención no sólo de los citadinos, sino también despertaría la curiosidad de gente de los pueblos. Y de qué manera.
Un indio proveniente de uno de los pueblos del interior quedó maravillado al conocer la “agua dura” y de inmediato ideó un plan para llevarla hasta su pueblo, para que los de su tribu conocieran aquella maravilla. El hombre se introdujo al vagón, robó un gran pedazo de hielo y antes de que nadie pudiera hacer nada varias personas lo vieron huir con él manos. El hombre ignorante, desconociendo la naturaleza del hielo, creyó que éste llegaría intacto hasta su destino. Pero grande debe haber sido su sorpresa al ver que poco a poco se derretía. Seguro es que aun soportando la sensación de ardor durante minutos, ni un poco de esa “agua dura” pudo llegar siquiera a El Castillo o a El Venadillo.
Fotografía tomada de internet. Título Los muelles de Mazatlán.
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